*Tras diez años de carrera siendo uno de los mejores abanderados del país, Qatar será el cerrojo perfecto para la vida arbitral del poblano Miguel Ángel Hernández
Antonio Zamora
Puebla, Pue.- Es uno de los mejores representantes en la historia del futbol poblano, pero tiene una sencillez que abruma. “Platicamos de lo que gustes”, responde antes de iniciar la batería de preguntas sobre una esplendorosa carrera en las canchas.
Ese es Miguel Ángel Hernández, apasionado por el futbol. En su juventud fue asiduo de las ligas amateur que hay en la ciudad, aunque fue en su etapa universitaria ideó dejar el rol de jugador para comenzar a arbitrar.
“En el arbitraje estoy por puro accidente, porque en la liga que yo jugaba, en una ocasión, no había arbitro y no había juego, se suspendió la jornada, y ahí de la nada me surgió la idea de que fuera un trabajo para solventar algunos gastos de la universidad. Lo vi como una buena oportunidad”, recuerda.
Era 1996, tenía 18 años de edad y mientras estudiaba la licenciatura en Ciencias de la Computación, Hernández Paredes inició su camino en el arbitraje sin saber que casi 26 años después, estaría por aparecer en su segunda copa del mundo.
“Inicié en el 96 como árbitro amateur y por ahí del 97-98 me invitaron a un curso en la Delegación de Árbitros Profesionales de Puebla, estuve más de un año en preparación en ese curso con los árbitros profesionales y en el 99 me invitaron a ser parte ya como árbitro profesional de la delegación que sigue siendo mi casa”.
Tuvo que picar piedra, pero mucha piedra, hasta hacerla polvo, porque fueron años en los que transitó por todas las categorías del balompié nacional, sufrir lesiones, pensar en el retiro, pero su recompensa le llegó en el 2011 cuando en un partido en el estadio Volcán entre Tigres y Cruz Azul por fin pudo aparecer como abanderado en un partido del máximo circuito del balompié nacional, algo que lo llenó de varias emociones.
“Cuando debuté pasó por mi cabeza que estuviste a punto de quedar fuera por la lesión, que las cosas no se daban, que el tiempo se iba, yo tardé 12 años para llegar a Primera División cuando mucha gente se me había adelantado y debutaba antes, todo eso pasa por mi mente, una nostalgia increíble, ganas de llorar que no sabes de dónde te salen y las lágrimas brotan, fui inmensamente feliz, pero a la vez me puse nostálgico”.
Su calidad lo avaló para que en el 2014, apenas tres años después de su debut, apareciera en el plano internacional. Desde entonces ha estado en un total de 16 torneos por el mundo, aunque el primer premio mayor le llegó en el 2016 cuando fue parte de la tercia arbitral con César Ramos y Alberto Morín que acudieron a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, y en Rusia repitieron para el Mundial del 2018.
“En los Olímpicos no cualquiera va, yo lo veía como un sueño de deportista que por fin se me hacía realidad porque en la prepa estuve en el equipo de atletismo y le dije a mi papá que iba a estar en los Juegos Olímpicos y se lo cumplí, no como atleta, pero pude cumplir mi palabra y me sentí orgulloso. Cuando me confirmaron que iba a ir al Mundial lo primero que hice fue hablarle a la familia que ese sueño se vuelva realidad, todo el esfuerzo se veía premiado con ese galardón porque a lo máximo que puedes aspirar es a un mundial”.
Su designación para el Mundial de Qatar lo tiene muy motivado, por eso ha trabajado incluso aún más que para el de Rusia, pero no se pone metas a largo plazo, y por ahora solo piensa en hacerlo bien para el primer partido en el que participen.
“Cuando pruebas algo después quieres más, probé un mundial y ahora quiero más. Mis expectativas de Qatar es pensar en un solo juego, hacerlo lo mejor posible, demostrar la calidad que hay en el equipo que César (Ramos) encabeza y de ahí lo que venga, tenemos sueños grandes, pero si no sacamos ese primer juego todo se puede caer, queremos ser mesurados en esa parte, de hacer nuestro mejor trabajo en ese juego que venga”.